martes, 17 de marzo de 2009

A 33 años del asesinato de Nuble Yic




El domingo 15, se cumplieron 33 años de la muerte de Nuble. El 29 de agosto de 2008 hubiera cumplido 80 años. Nuble Yic, residente del emblemático barrio del Cerro, obrero frigorífico, militante del Partido Comunista de Uruguay. Buen esposo y excelente padre de cuatro hijas. Resistió como gran parte del pueblo uruguayo, en la huelga general de 1973, ocupando su lugar de trabajo. Levantada la huelga fue uno de los tantos comunistas que continuaron resistiendo. El 22 de octubre de 1975 lo detienen ilegalmente y lo llevan a lugar desconocido, justamente cuando se recuperaba de un infarto cardíaco. Desaparecido hasta principios de 1976, recibe su primera visita el 14 de marzo de ese año, y le cuenta a su esposa las torturas recibidas. Al día siguiente, luego de un plantón de horas, muere por infarto cardíaco a consecuencia de las torturas que había estado soportando. Tenía 47 años.


Su hija Marys -la menor- asumió el papel preponderante en la búsqueda de justicia y lucha junto a muchos otros uruguayos por la verdad y justicia, contra la impunidad y por el logro de la anulación de la Ley de Caducidad.


Las páginas de Estudios 122 recogen su denuncia, de la cual adelantamos el siguiente fragmento:




"En la madrugada del 22 de octubre desperté con los golpes que parecían derribar la puerta. 6 personas armadas entran a la casa. En el operativo encapuchan y esposan a mi padre, otros revisan y otros saquean; lo detienen ilegalmente y se lo llevan con destino desconocido. Por ese entonces, hacía reposo por un reciente infarto cardíaco.
Quedamos en casa con mi madre y mi abuela. Al poco tiempo llega mi hermana mayor; se habían llevado a su esposo, viene con una niña de 2 años y un bebé recién nacido que luego cuidaríamos para que ella pasara a la clandestinidad.
A partir de ese momento desperté a una realidad que me era ajena. Estaba de cara a un mundo que desconocía y debía tener la capacidad de sobreponerme a las adversidades para ocupar posiciones y responsabilidades de adultos.
Comienza la búsqueda. 5 meses recorriendo cuarteles, comisarías, dependencias del SID y de la OCOA, Jefatura, Juzgado militar y todo lo que estuviera a nuestro alcance. Mientras mi madre buscaba, mi padre era conducido por diferentes centros de detención y torturas: Casa de Punta Gorda, Cárcel del Pueblo, Batallón 13 y el Batallón de Infantería en el km 14 de Camino Maldonado. Durante ese periplo conoció y vivió lo peor a igual que todos sus compañeros.
Un día, mientras aún estaba “desaparecido”, autorizan a llevar ropa y alimentos a una casona en el Prado. Aunque nosotras pasábamos hambre, tratábamos de juntar todos los alimentos posibles, y a la semana, en el cambio de bolso, nos devolvían la ropa ensangrentada y los alimentos descompuestos. La medicación para su corazón jamás llegó.
Aprendí a convivir con el miedo día a día, no tenía certeza de nada, sólo dudas y mucha confusión. Dolor, angustia, soledad, abandono, impotencia, incertidumbre, eran los componentes de lo que me hacía vivir aterrorizada, siempre esperando el momento que irían a buscar a mi madre y quedaríamos abandonadas o al cuidado de algún vecino.
Los días pasaban sin saber de mi padre, mientras un nudo apretado en la garganta me impedía nombrarlo. Su ausencia iba dejando huellas imborrables que luego se tradujeron en fracasos personales.
El 14 de marzo de 1976 autorizan la primera visita, que consiste en media hora con una gran mesa separando y guardias armados alrededor. Una soldado me lleva para la revisación, me ordena sacar toda la ropa, inclusive la ropa interior, tremenda humillación para dejarme unos minutos allí, hacerme vestir y esperar mi turno en la vereda de enfrente al cuartel. Casi desmayo de miedo, pensé que mi madre y mi hermana no saldrían vivas de allí. Cuando entré, me impactó ver las condiciones físicas en que estaba mi padre. Quería decirle muchas cosas para alentarlo pero no podía dejar de llorar. He vivido sintiendo mucha culpa por no haberle dicho cuánto lo quería y que él quedara con esa imagen de mi debilidad.
En esa corta visita le cuenta a mi madre sobre las torturas a que estaban siendo sometidos todos, y sabiendo que era probable que no saliera vivo de aquello, le pide expresamente que denuncie esa situación.
El día 15 sacan a los detenidos, en fila, a un espacio abierto al fondo del cuartel; soldados armados marcan el límite. En esa instancia, muere de un infarto cardíaco provocado por las severas sesiones de torturas y las malas condiciones de reclusión. Tenía 47 años".


Lo mostramos en una de sus fotos características y también en una muestra de lo que Marys describe de él en su entorno familiar, que al mismo tiempo fue tierno, alegre y capaz de compartir su actividad militante con el amor familiar. Sin duda aquello del Che: "sin perder la ternura jamás"...




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